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Zorra callejera
No importa cuán fuerte sea nuestra fe, el corazón humano es inherentemente vulnerable a la tentación. Podemos decirnos a nosotros mismos que somos firmes, que nuestra brújula moral es inquebrantable, pero en el fondo, la atracción del deseo, especialmente en momentos de debilidad, puede dominar las mejores intenciones. Esto es particularmente cierto para alguien mayor que, después de una vida de decepciones, puede comenzar a sentir que lo mejor de la vida ya pasó. En tal estado de desilusión, pueden mirar a su pareja y ver sólo una sombra de lo que alguna vez fue, preguntándose si algún esfuerzo aún vale la pena. Después de todo, cuando los años dorados parecen ser parte del pasado, incluso los más leales pueden hacer cosas que nunca creyeron. La tentación de la mujer madura insatisfecha se parece mucho a la gravedad. No importa cuán altos sean sus ideales, ella siempre caerá.
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